Dichosa eres, María, porque engendraste a Dios en la fe antes de engendrarlo en tu vientre por obra del Espíritu Santo.

 

Dichosa eres, María, porque llevaste a Jesús en tu vientre y lo amamantaste pero más dichosa eres porque escuchaste la Palabra de Dios y la pusiste en práctica.

 

Dichosa eres, María, pequeña y pobre de espíritu, porque te vaciaste de ti misma, de tus planes personales para dar cabida a Dios y dejarte plenificar por Él.

 

Dichosa eres, María, porque Dios tu salvador puso sus ojos en tu pequeñez de servidora y esclava y se deleitó en tu sonrojo.

 

Dichosa eres, María, porque ha hecho en ti grandes cosas Él que todo lo puede.

 

Dichosa eres, María, porque gracias a tu solícita presencia, quedan saciados los hambrientos y sedientos de justicia.

 

Dichosa eres, María, porque con tu SI, Dios desbarata los planes de los poderosos y levanta del polvo a los humildes y sencillos.

 

Dichosa eres, María, porque en ti rebosó la compasión de Dios para con todos los que viven sin esperanza.

 

Dichosa eres, María, porque trayendo al mundo el Príncipe de la paz te hiciste solidaria constructora de un mundo reconciliado.

 

Dichosa eres, María, porque al hacer tuyos los sufrimientos y dolores de tu hijo al pie de la cruz y los de todos los discípulos perseguidos por causa de la justicia, compartes con ellos el Reino de los cielos.

 

ORACIÓN: Ave María

 

MARÍA, MADRE DEL CARMELO Y SEÑORA DE LAS VIRTUDES

 

RUEGA POR NOSOTROS

 

 

Yo sí he visto milagros -escribía un sacerdote, Urteaga-. "Fíate de mí. Hazme caso. Reza a la Virgen". Y cuenta uno de los milagros que ha visto. "Me encontraba en Madrid. Acababa de ordenarme sacerdote. Tenía 26 años. Era un atardecer a la hora de terminar el trabajo. 

- Te llaman por teléfono -me dijeron.

Una voz masculina, un tanto nerviosa, explicaba la razón de la llamada:

- Mire, tengo un amigo que se encuentra muy mal, puede morir en cualquier instante. 

Me pide que le llame a usted porque quiere confesarse. (...) No, no le conoce, pero quiere que sea usted. (Nunca he entendido por qué). ¿Puede venir a esta casa?

"No tienen vino", le dije a mi hijo Jesús en una ocasión. "No tienen vino", le sigo diciendo ahora. Sí, a muchos les falta el vino de la alegría, el vino del amor. Se necesitan muchos cánticos nuevos para alegrar a la humanidad. El pueblo de Israel no podía permanecer mudo ante las maravillas de Dios, por eso todo lo compartía. Yo tampoco pude quedarme en silencio y se lo fui a comunicar a mi prima Isabel. Ella también me abrió el corazón y allí estalló la fiesta de Dios.

Contad vuestra experiencia, compartid con los demás las maravillas de Dios, cantad cantos desde el corazón con alegría. Veréis cómo se les despiertan a muchos las ganas de Dios. Con sencillez, con valentía, os invito a que pidiendo, alabando, dando gracias, como sea, expreséis ante todos algo de lo grande que es nuestro Dios.

  • Bienaventurada eres, María, porque fuiste "pobre de Yahvé", amadora de los pobre y de los menesterosos
  • Bienaventurada, porque, en premio a tu pobreza, eres Reina de reyes en el reino de los cielos.
  • Bienaventurada, porque en premio a tu mansedumbre, posees la tierra de los corazones y la celeste tierra de promisión.
  • Bienaventurada eres, María, Madre del "Varón de dolores", porque de tu pecho salieron suspiros y de tus ojos lágrimas.
  • Bienaventurada, porque, en premio de tus penas, en la tierra y en el cielo tuviste a Dios por consolador.

Por haber atraído sobre ti las miradas de Dios con tu humildad, bienaventurada eres, María.
Por haber aceptado con dignidad tu humilde condición social, bienaventurada te llamarán todas las generaciones.
Por haberte sentido y proclamado "esclava del Señor", bienaventurada eres, María.
Por haber reconocido gustosa tu pequeñez de criatura, bienaventurada te llamarán todas las generaciones.
Por haber dado a Dios siempre toda la gloria, sin quedarte ninguna para ti, bienaventurada eres, María.
Por haber sacado de tu grandeza no motivo de Por haber sacado de tu grandeza no motivo de gloria, sino de humildad, bienaventurada te llamarán todas las generaciones.

Siempre que digo madre, voy diciendo tu nombre;
siempre que pido ayuda, te estoy llamando a ti;
siempre que siento gozo es que en ti estoy pensando;
con tu nombre en los labios me acostumbro a dormir.

 

Siempre que digo MADRE es que digo María;
siempre que digo MADRE voy cantando tu amor.
Digo tu nombre y nombro a mi mejor amiga:
MARIA MADRE MIA Y MADRE DEL SEÑOR.

Siempre que yo te canto es mi canto esperanza;
siempre que yo te rezo es himno mi oración;
siempre que yo te hablo es mi voz alabanza,
y tu nombre yo llevo siempre en mi corazón.

 

Siempre que tengo dudas en ti encuentro certeza;
Siempre que tengo miedo eres tú mi valor;
siempre en mis desaliento eres tú mi confianza
y tu nombre yo invoco como ayuda y favor.

Tú eres, Maria, la experiencia más bella del Evangelio.
En ti Dios se ha hecho Noticia Buena para el hombre.
Eres como la luz del alba que abre camino al Sol; eres esa estrella matutina que anuncia el día.
Eres la mujer creyente que acoge y guarda la Palabra; la Mujer joven que entra en el plan de Dios libre y gozosa.
Eres estilo de vida, nuevo y fascinante en la historia; eres, Maria, la virgen bella y fecunda de Nazareth.

Dichosa eres, María, porque engendraste a Dios en la fe antes de engendrarlo en tu vientre por obra del Espíritu Santo

 

Dichosa eres, María, porque llevaste a Jesús en tu vientre y lo amamantaste pero más dichosa eres porque escuchaste la Palabra de Dios y la pusiste en práctica.

 

Dichosa eres, María, pequeña y pobre de espíritu, porque te vaciaste de ti misma, de tus planes personales para dar cabida a Dios y dejarte plenificar por El.

"Proclama mi alma la grandeza del Señor. Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre" (Lc 1,46-56).

 

"Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea,  llamada Nazaret" a una virgen, desposada con un hombre llamado José de la estirpe de David, la Virgen se llamaba María. (Lc 1,26-27).

 

  • Nazaret es el pueblo de María. Es un lugar pequeño, alejado de la gran ciudad. Es símbolo de todos esos lugares, de los que no se espera nada bueno. Sin embargo, en una mujer virgen de ese pueblo pone Dios los ojos. 
  • Nazaret representa la actuación libre de Dios, que se estremece ante los humildes y obra en ellos las más grandes maravillas.

 

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