Sábado, 29 Noviembre 2014 00:00

Reflexión sobre Adviento

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«Estoy a la puerta y llamo» (Ap 3,20)

El inicio del Adviento significa una nueva llamada del Señor. Llama a las puertas de la Iglesia, como fue llamando a las puertas de Belén. Llama a las puertas de tu corazón.

Quiere nacer de nuevo en ti, en los creyentes, en cada comunidad, en el corazón del mundo. Es verdad que puede llamar en cada momento, pero en este tiempo reitera sus llamadas.

¿Te imaginas? Jesús llamando de verdad a tu puerta. ¿Qué crees que viene a regalarte o a pedirte? Piensa que él es un príncipe y llega ahora mismo del cielo. Así que vendrá cargado de tesoros y de gracias. Haz una lista de lo que más te conviene y preséntale tus peticiones, en las que se recojan los mejores deseos y esperanzas de Adviento.

No vayas a pedir las cosas de siempre, esperanzas pequeñas: que las cosas te salgan bien, que no te pase nada ni te duela nada, que te quieran, que te admiren, y lo mismo para los tuyos. Apunta un poco más alto: que haya paz, que se erradique la pobreza, que se termine con el terrorismo, que se venza al cáncer y al Sida... 0 muévete en otras coordenadas: la superación de tus defectos, el crecimiento de tus virtudes, el vivir una fe más auténtica y comprometida, una vida de amor; y la santidad para ti y para todos, una Iglesia renovada, unida y reunida. Pero procura concretar, no vayas a quedarte en generalidades que a nada comprometen.

Para conseguir esto te proponemos que durante las cuatro semanas del Adviento respondas a cuatro preguntas fundamentales:

¿Qué hago? (¿En qué me ocupo?)
¿A quién escucho? (¿Qué voces dirigen mi vida?)
¿Quién soy? (¿En qué medida soy testigo de Jesús?)
¿Cuál es el proyecto de Dios sobre mí? (¿Por dónde me orienta el Señor?)

Todo esto será arreglar un poco la casa y preparar la mesa, porque la Escritura dice que el Señor quiere cenar contigo. Todo está a punto. En cuanto el Señor venga y llame, le abrirás.

«Estoy a la puerta y llamo». Navidad puede ser para ti EL ENCUENTRO, y el volver a vivir cada encuentro que hayas tenido con Jesús porque Él está continuamente viniendo.

Le abres al Señor y  ¡oh sorpresa! es un mendigo. Viene realmente pobre y no tiene nada que ofrecer. Viene con las manos vacías y extendidas para que le des algo... Dice que a lo mejor te sobra alguna cosa o muchas cosas o todas las cosas. Está dispuesto a pedirte todo: tus riquezas, tus valores, tus «virtudes», tu posición, tu prestigio, tu comodidad. Lo que realmente quiere el Señor es tu vida.
Así llega Él siempre, por eso en los días de Navidad pordrás ir descubriendo que el Encuentro con Jesús es...
    un encuentro que asusta;
    un encuentro que hay que digerir
    un encuentro para acoger o rechazar
    un encuentro que llena del Espíritu para enviarnos a la tarea.

Si le das todo, si te das del todo, si te vacías de ti, si todo lo esperas del Señor, entonces se sentará a la mesa contigo y pondrá en la mesa su pan y su vino... Será una cena que transforma y enamora.

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